Una tarde de verano, antes de regar las plantas de mi estudio, me pongo a limpiar y sacar algunas hojas secas del sector donde tengo plantado una hiedra rastrera que tapiza parte de la decoración del patio.
Entre la limpieza, retiro también unas raíces secas para limpiar la tierra y dar lugar a la propagación de la planta.
Tanto me gustaron las texturas y sus formas caprichosas, que decidí guardarme las raíces aunque estuvieran secas.
Las había dejado arriba de una caja y me deleitaba mirándolas, y pensando que algo iba a diseñar con ellas.
Al cabo de unos días, me decidí a tomar todas las ramas, que por cierto no eran muchas, y comenzó el proceso creativo.
Con amor y atención, fui interpretando las formas de las ramas y respetando su naturaleza.
La paz que genera la observación, son momentos de deleite únicos! y de verdadera conexión con el ser y la materia.
En esos momentos …. las mismas ramas me mostraron con sus curvas, que podía darle forma de corazón. Cuando visualicé la forma, inmediatamente tomé el alambre plateado y comencé a unir las ramas, como piezas de un rompecabezas.
Una vez terminada la estructura, llené el corazón de flores, disecadas en esta oportunidad.
Quería que este corazón confeccionado íntegramente de raíces tuviera siempre flores, y así tuviese vida en su belleza….. entendiendo que, lo que la naturaleza descarta, si lo miramos con amor, se puede convertir en una pieza de arte permanente.
Espero que les haya gustado Amor de Raíz, así como yo me enamoré de esas raíces una tarde de verano.
Hasta pronto!
Buenos Aires – Argentina